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En el camino de la providencia

Marcela Carrasco es la nueva directora ejecutiva de Fundación Sophia tras la partida de Federico Reyes, luego de nueve años de trabajo en el rol.
Carrasco está efectiva en el cargo desde el 1º. de febrero. Fuente: Fundación Sophia

Es el día 25 de noviembre. Marcela Carrasco se encuentra en una de las filas de la sala Movie observando el musical Intensamente. Ella no conoce al Elenco Sophia ni a la fundación que está a su cargo, pero el trabajo de más de ochenta niños y adolescentes la sorprende. El despliegue de la escenografía, su destreza en canto, baile y actuación, le genera un satisfactorio asombro. Apenas llega a su casa los busca en internet.

Días después, aproximadamente el 8 de diciembre, se comunican con ella. Era, precisamente, desde Fundación Sophia. ¿El motivo del llamado? Sugerirle postular para el cargo de director ejecutivo, en aquel entonces vacante, tras la partida de Federico Reyes de la institución.

Tuvo que decidir entre continuar con su vida habitual y arriesgarse a cambiar radicalmente su rumbo laboral. Marcela lo medita mayormente sola. Antes de finalizar su día, lo consulta con su párroco de confianza y, más tarde, lo conversa con su marido. Ya no es una consulta. Es, en realidad, para acordar temas logísticos. Ella tiene definido su ‘sí’.

¿Cómo viviste tu incorporación a Fundación Sophia?

Diría que fue un camino particular. Mi llegada a la fundación fue, desde mi criterio, de manera providencial. Yo no estaba en busca de un cambio laboral, ¡ni lo imaginaba! Me encontraba en un muy buen momento, maduro, consolidado, y estaba feliz con mi trabajo. Además, reconozco que mi experticia no está en el ámbito educativo ni en el de una ONG, sino en el sector financiero y en organizaciones con fines de lucro. No era algo que tuviese planeado ni que pensara que se pudiera dar.

Conocí a la fundación a través de un evento artístico que organizaron en Movie, ese fue mi primer contacto y el más cercano con ellos. Fue ahí que mi corazón empezó a tener curiosidad por su obra y averigüé un poco sobre la fundación, pero lo miraba desde otro lugar. Para mí, era como decir ‘¡qué buena que está esta obra!’, aunque no me imaginaba trabajando con ellos.

 

 
 
 
 
 
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Días después me contactaron de Fundación Sophia. Ellos conocían mi perfil por vueltas de la vida, porque no había trabajado directamente con ninguno de ellos, sabían que venía de una formación financiera y de cargos de responsabilidad similar. Me contaron de la vacante y me propusieron presentarme, para ver si podíamos ser un buen equipo. Me enteré de esa manera y concretamos en muy pocos días. Fue un trabajo maratónico poder llegar con todo listo, e incluso conocer a todas las personas del proceso, desde la dirección ejecutiva de la fundación hasta el cardenal.

Cuando concretamos veníamos de días tan demandantes que siento que el momento o la experiencia más intensa fue discernir si estaba dispuesta a dejar un camino que ya tenía planificado para sumarme al desafío de la fundación. El discernimiento lo realicé en un día, terminé de decidir cuando tuve la certeza de que tenía cosas para aportar y que estaba dispuesta a cambiar completamente mi ruta profesional.

¿Cómo fue el desafío de reemplazar a alguien que llevaba nueve años al frente de la fundación?

Bueno, justamente con Federico fue la primera persona que hablé. Quería que me contara de primera mano cómo era el día a día del cargo de la dirección ejecutiva. Necesitaba saber cuáles eran los desafíos cotidianos a los que se enfrentaba y también aquellos retos que debía resolver más a mediano y largo plazo. También le consulté por qué había tomado la decisión de irse, y todo eso fue previo a mi incorporación. Una vez que se acordó que fuese la nueva directora ejecutiva, lo que hicimos con Fede fue participar juntos en algunas actividades. Él me invitó a reuniones para que pudiera conocer todo un poco más de cerca. ¡Me ayudó mucho en ese proceso!

Podríamos decir que, formalmente, me sumé el 1º. de febrero, pero ya desde diciembre estaba participando en algunas instancias que son clave en esa etapa del año. Fede no estuvo solamente nueve años, también hay que incluir la fundación, así que es muy importante tener todo eso en cuenta. Él estuvo desde cero, y el impacto que eso genera en Fundación Sophia es distinto; es muy grande.

¿Con qué situación te encontraste al asumir?

Primero, aclarar el contexto. La fundación tuvo su curvatura inicial de crecimiento, que incluyó una determinada gestión, un impulso, todo lo que tiene que ver con liderazgo y ejecución de diferentes metas que se marcaron. Después tuvo que atravesar la pandemia, que lo pondría como una etapa en sí misma, porque la pandemia le pegó muy fuerte a la educación. De hecho, gracias a Dios ya existía Fundación Sophia, si no no sé qué hubiese pasado con muchos colegios si hubiesen enfrentado esa situación de manera aislada. A nivel económico, de gestión y de educación, es una época que todavía presenta sus secuelas. No es algo superado ni queda por detrás, las consecuencias se perciben en distintos niveles, y lo debemos tener en cuenta.

Federico Reyes dejó de ser el director ejecutivo de la fundación tras nueve años en el cargo. Fuente: J. Nopitsch

No pierdo de vista que llegué dentro de ese contexto. Es un panorama que presenta claros desafíos para incorporar un modelo sostenible propio de una organización madura, y precisamente la fundación lo es porque cumple en este año su primera década.

Anteriormente marcabas que llegaste desde otro sector profesional. ¿Cuál sentís que es tu valor agregado para la fundación?

Creo que hoy el objetivo ya no es nacer, ni fundarse, ni crecer; es hacerse sostenible en el tiempo. Esto lo abordaremos desde lo estratégico, desde lo financiero y desde lo operativo. Al llegar noté que hay cosas de micro management que, por el tamaño de la fundación, ya no tendría sentido ahondar, porque son costosas y no se alcanzarían resultados. Pero sí otras herramientas para fortalecer el poder de gestión, de la mano de su consolidación financiera. Es en este sector donde mi aporte será mayor; siento que puedo contribuir para saber qué tipo de información buscar, con qué frecuencia mirar esos datos y para buscar algunos aspectos en particular. También en el desarrollo de herramientas financieras que permitan alcanzar determinados escenarios, pensar en largo plazo, asignar probabilidades y optar por otros modelos de financiación, que son caminos que no se recorrieron o que no se profundizaron.

¿Qué opinión tenés acerca de las políticas pedagógicas que se están desarrollando?

La fundación viene monitoreando cómo es el impacto de esas prácticas, y la verdad es que son modelos que marcan buenos resultados. Lógicamente, todas las políticas anteriores se siguen realizando, e incluso en varios casos estamos aumentando la apuesta. Los niños avanzan en sus cursos y no queremos interrumpir ese proceso de aprendizaje. Por ejemplo, si un método se aplicaba hasta quinto año de escuela, para 2024 lo buscaremos extender hasta sexto año, porque comprobamos que sus efectos son positivos. Los cambios no son arbitrarios, están basados en sus resultados.

En otro sentido, a nivel pastoral ocurre lo mismo. Cada colegio pertenece a su respectiva diócesis, entonces nos vamos apoyando en las actividades de cada comunidad para ser parte del lugar en el que están presentes. Pero seguimos siendo una misma fundación.

Actualmente, ¿hacia dónde va Fundación Sophia?

Seguimos yendo hacia el mismo lugar, porque nuestra misión no cambia: llevar una educación de calidad, pastoral y académica, para todos. El desafío es cómo asegurarlo, manteniendo la identidad de la fundación y de los colegios. Nosotros no dejamos de ser una red de instituciones educativas. Son treinta y cinco centros, y cada uno tiene su historia y su identidad. Hay que ver lo que funciona para cada sector, tanto en Montevideo como en el interior.

Fundación Sophia apuesta por una formación integral. Fuente: R. Fernández

Dentro de ese panorama, el desafío que más me seduce es la misión. Es la respuesta que sinceramente me nace decir. Desde el primer momento fue lo que me movió. Creo que eso es lo más lindo, porque cuando lo que te seduce es la misión de una organización, significa que estás en el lugar y en el camino correcto. Desde lo estratégico, te diría que el mayor reto que enfrentamos como fundación es ser uno siendo diferente. Porque tenemos que ser uno y tenemos que ser diferentes. Cada institución y cada lugar tiene su identidad, y eso no se pierde. Ese es el principal desafío: ser red, ser parte, conservando el valor de cada unidad, y que todo eso esté en equilibrio.

 

Por: Leandro Lia

Redacción Entre Todos

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